martes, 5 de enero de 2010

Sunshine (2007) - Dir. Danny Boyle

[Nota: Salvador ya había publicado su reseña de esta película y tengo que decir que estoy de acuerdo con todo lo que dijo.]

Sunshine quiere hacer que nos preguntemos cómo serían las cosas en un universo donde las leyes físicas no funcionan tal como las conocemos (como la gravedad, por ejemplo) y la fuerza mayor e inevitable es la mismísima ley de Murphy objetivada (1), de manera que lo único que puede esperarse es que todo salga de mal en peor, una y otra vez, sin ninguna finalidad aparente más que la acumulación homogénea e indiferente de desdichas.

Si el espectador imagina por un momento que todo eso ocurre para risa de algún dios, la historia misma se hace cargo de decepcionar sus esperanzas. La nave Icarus II (porque a la I se le derritieron las alas años atrás y muy seguramente para esta nueva misión consiguieron el patrocinio de otra marca de cera) se dirige al sol con la intención de descargar en él una bomba que lo reactive, pues se encuentra agonizando y las cosas en la Tierra, en consecuencia, no están muy alegres. A bordo de la nave, medio personaje parece sentirse fascinado por la idea de que el sol alguna vez fue el Sol, mientras que los tripulantes restantes, desplazándose por corredores que ya habían sido recorridos en 1968 y 1979, piensan en algo que los pueda preocupar y de paso ocupar. De pronto, perciben la señal de la antigua misión y, después de debatir lo apropiado del procedimiento, deciden desviarse para ir en busca de la Icarus I y para que a partir de allí todo les comience a salir mal.

El problema no es el hecho de que todo salga mal. En eso consisten la mayoría de historias que nos contamos, de las telenovelas para arriba, por no hablar de la mayoría de historias en las que tomamos parte. El problema es que esta historia pretende ser trascendental a través de un simbolismo mal usado, y cuando el personaje más afectado porque el Sol fuera alguna vez un ser superior y divino se nos presenta apenas como una sombra borrosa y perdida en las comisuras de la cámara, el misticismo se vuelve locura asesina y toda trascendencia, incluso como ironía, queda en entredicho. La historia se confunde entonces y, al no saber qué decir, nos quiere hacer creer que todo mal es humano, que el hombre es un lobo para el hombre, para contradecirse una vez más y buscar convencernos de que sólo se trata de mala fortuna, que finalmente sí somos víctimas de fuerzas que no podemos entender, fuerzas prosaicas, nada míticas, como el inescrutable capricho de un narrador que avanza de ocurrencia en ocurrencia.

(1) No precisamente por Cillian Murphy, el actor principal.

Calificación: Dos manchas solares y media.

2 comentarios:

Salva dijo...

Esta pelí :P... es de esas que solo tiene chascos!

F. dijo...

justamente: es una retahíla de chascos. si por lo menos fuera un solo chasco con carácter, pero ni eso